miércoles, 15 de mayo de 2019

Poema
Cesar Vallejo
Amor prohibido
Subes centelleante de labios y de ojeras!
Por tus venas subo, como un can herido
que busca el refugio de blandas aceras.
Amor, en el mundo tú eres un pecado!
Mi beso en la punta chispeante del cuerno
del diablo; mi beso que es credo sagrado!
Espíritu en el horópter que pasa
¡puro en su blasfemia!
¡el corazón que engendra al cerebro!
que pasa hacia el tuyo, por mi barro triste.
¡Platónico estambre
que existe en el cáliz donde tu alma existe!
¿Algún penitente silencio siniestro?
¿Tú acaso lo escuchas? Inocente flor!
… Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
el Amor es un Cristo pecador!
Ausente
Ausente! La mañana en que me vaya
más lejos de lo lejos, al Misterio,
como siguiendo inevitable raya,
tus pies resbalarán al cementerio.
Ausente! La mañana en que a la playa
del mar de sombra y del callado imperio,
como un pájaro lúgubre me vaya,
será el blanco panteón tu cautiverio.
Se habrá hecho de noche en tus miradas;
y sufrirás, y tomarás entonces
penitentes blancuras laceradas.
Ausente! Y en tus propios sufrimientos
ha de cruzar entre un llorar de bronces
una jauría de remordimientos!
Bordas de hielo
Vengo a verte pasar todos los días,
vaporcito encantado siempre lejos…
Tus ojos son dos rubios capitanes;
tu labio es un brevísimo pañuelo
rojo que ondea ¡en un adiós de sangre!
Vengo a verte pasar; hasta que un día,
embriagada de tiempo y de crueldad,
vaporcito encantado siempre lejos,
la estrella de la tarde partirá!
Las jarcias; vientos que traicionan; vientos
de mujer que pasó!
Tus fríos capitanes darán orden;
y quien habrá partido seré yo.
Desnudo en barro
Como horribles batracios a la atmósfera,
suben visajes lúgubres al labio.
Por el Sahara azul de la Sustancia
camina un verso gris, un dromedario.
Fosforece un mohín de sueños crueles.
Y el ciego que murió lleno de voces
de nieve. Y madrugar, poeta, nómada,
al crudísimo día de ser hombre.
Las Horas van febriles, y en los ángulos
abortan rubios siglos de ventura.
¡Quién tira tanto el hilo: quién descuelga
sin piedad nuestros nervios,
cordeles ya gastados, a la tumba!
¡Amor! Y tú también. Pedradas negras
se engendran en tu máscara y la rompen.
¡La tumba es todavía
un sexo de mujer que atrae al hombre!
El poeta a su amada
Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.
En esta noche clara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.
Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.
Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.
Pablo Neruda
Agua sexual
Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones,
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras del
alma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro.
Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,
un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco océano,
hacia su ola sin agua.
Veo el verano extenso, y un estertor saliendo de un granero,
bodegas, cigarras,
poblaciones, estímulos,
habitaciones, niñas
durmiendo con las manos en el corazón,
soñando con bandidos, con incendios,
veo barcos,
veo árboles de médula
erizados como gatos rabiosos,
veo sangre, puñales y medias de mujer,
y pelos de hombre,
veo camas, veo corredores donde grita una virgen,
veo frazadas y órganos y hoteles.
Veo los sueños sigilosos,
admito los postreros días,
y también los orígenes, y también los recuerdos,
como un párpado atrozmente levantado a la fuerza
estoy mirando.
Y entonces hay este sonido:
un ruido rojo de huesos,
un pegarse de carne,
y piernas amarillas como espigas juntándose.
Yo escucho entre el disparo de los besos,
escucho, sacudido entre respiraciones y sollozos.
Estoy mirando, oyendo,
con la mitad del alma en el mar y la mitad del alma
en la tierra,
y con las dos mitades del alma miro al mundo.
y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente,
veo caer un agua sorda,
a goterones sordos.
Es como un huracán de gelatina,
como una catarata de espermas y medusas.
Veo correr un arco iris turbio.
Veo pasar sus aguas a través de los huesos.
Ahora es Cuba
Y luego fue la sangre y la ceniza.
Después quedaron las palmeras solas.
Cuba, mi amor, te amarraron al potro,
te cortaron la cara,
te apartaron las piernas de oro pálido,
te rompieron el sexo de granada,
te atravesaron con cuchillos,
te dividieron, te quemaron.
Por los valles de la dulzura
bajaron los exterminadores,
y en los altos mogotes la cimera
de tus hijos se perdió en la niebla,
pero allí fueron alcanzados
uno a uno hasta morir,
despedazados en el tormento
sin su tierra tibia de flores
que huía bajo sus plantas.
Cuba, mi amor, qué escalofrío
te sacudió de espuma la espuma,
hasta que te hiciste pureza,
soledad, silencio, espesura,
y los huesitos de tus hijos
se disputaron los cangrejos.
Amor
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.
Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más
y más.
Ángela adónica
Hoy me he tendido junto a una joven pura
como a la orilla de un océano blanco,
como en el centro de una ardiente estrella
de lento espacio.
De su mirada largamente verde
la luz caía como un agua seca,
en transparentes y profundos círculos
de fresca fuerza.
Su pecho como un fuego de dos llamas
ardía en dos regiones levantado,
y en doble río llegaba a sus pies,
grandes y claros.
Un clima de oro maduraba apenas
las diurnas longitudes de su cuerpo
llenándolo de frutas extendidas
y oculto fuego.
Himno de Arequipa
Coro 
Entonemos un himno de gloria
a la blanca y heróica ciudad.
Cuatro siglos forjaron la historia
del baluarte de la Libertad.
I
Tierra hermosa de excelsas virtudes
nunca pierdas tu cálida fe;
que por siempre tendrás juventudes
que renueven laureles de ayer.
II
Prosigamos altivos la huella
de las manes bizarros sin par
cuya gloria nos sirve de estrella
para hacer de la patria el altar.
III
Hoy los hijos del Misti juremos
lealtad a la tierra natal;
nuestra vida valiente daremos
defendiendo la luz de su ideal.
IV
Arequipa, mi tierra ferviente
sigue siempre tus rumbos de luz;
la bandera peruana a tu frente
y en la cima del Misti la Cruz.
V
Se levanta Melgar de su tumba
celebrando tu día mejor
y en la puna bravia retumba
de una heroica batalla el fragor.
El Cóndor Pasa
El condor de los Andes desperto
Con la luz
De un feliz amanezer,
hmm hm, hmm hm
Sus allas lentamente desplego
Y boto al (figo?) azul
Para beber
hmm hm, hmm hm
Tras de la tierra se cubrio
De verdad, de amor y paz
Mas en la rama floresio
Y el sol broto
En en el trigal,
En en el trigal,
hmm hm, hmm hm
El condorlos andes desiendo
Al llegar un feliz amanerar
El cielo al ver su marcha soyoso
Y voltio su llanto tris
Cuando se fue,
hmm hm, hmm hm
Chorus
Cuando llora mi Guitarra
Cansado de llamarte
con mi alma destrozada
comprendo que no vienes
porque no quiere dios
y al ver que inutilmente
te envio mis palabras
llorando mi guitarra
se deja oir su voz
y al ver que inutilmente
te envio mis palabras
llorando mi guitarra
se deja oir su voz
Llora guitarra porque eres mi voz de dolor
grita de nuevo su nombre si no te escucho
y... dile que aun la quiero
que aun espero que vuelva
que si no viene mi amor no tiene consuelo
que solitario sin su cariño me muero
guitarra tu que interpretas
en tu vibrar mi quebranto
tu que recibes en tu madera mi llanto
llora conmigo si no la vieras volver
Llora guitarra porque eres mi voz de dolor
grita de nuevo su nombre si no te escucho
y... dile que aun la quiero
que aun espero que vuelva
que si no viene mi amor no tiene consuelo
que solitario sin su cariño me muero
guitarra tu que interpretas
en tu vibrar mi quebranto
tu que recibes en tu madera mi llanto
llora conmigo si no la vieras volver
Valicha
Valicha lisa p'asñari
Niñachay deveras
Maypiras kutanki
Qosqo uraykunapi
Niñachay deveras
Maqt'ata suwashan
Qosqoman chayaruspari
Niñachay deveras
imatas ruwuanqa
Ajha wasikunapis
niñachay deveras
sarata kutanqa
Chaykuna llataraqchus
niñachay deveras
Valicha ruwuanman
Cuartel punkukunapis
niñachay deveras
sonqota suwuanqa
Chaykuna llataraqchus
niñachay deveras
Valicha ruwanman
Puesto punkukunapis
niñachay deveras,
guardiawan sinsishan
Saracha parway parwaycha parwaycha (bis)
Trigucha eray eraycha eraycha (bis)
Montonero Arequipeño
Montonero arequipeño,
ahora que acabó la guerra,
guarda tu viejo uniforme,
galonado con heridas.
Montonero arequipeño,
has luchado en cien combates,
pero es preciso que ahora
retornes a tu morena.
Ay así, me gusta cholito,
cholololo picantero,
dale, dale, dale un besito
a tu encantadora prenda,
y brinda con arrogancia
por tu preciosa morena.
Recio cholo arequipeño,
orgulloso como el Misti,
bonachón cual tu campiña,
querendón como ninguno.
Montonero arequipeño,
has luchado en cien combates,
y brinda con arrogancia
por tu preciosa morena.
Ay así...



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